En los esports tampoco existe el momento ideal

"Lo único positivo es que aún eres tú quien decide cuántos 'cómo hubiera sido' enterrarás contigo"

1.

«A veces uno hace de sus metas una obsesión y ocupa prácticamente todo su tiempo en la búsqueda de caminos que le acerquen a la consecución de las mismas. Siempre ataviado con esa esperanza, por momentos minúscula, de que un día disfrutaras esas mieles«. Piezas arranca como mejor se le da: siendo contundente. La verdad nunca fue cortés ni estuvo hecha a base de tacto. La puedes comunicar mejor o peor, pero la tomas o la dejas, no hay más. Cuando decides aceptarla la cosa no funciona como si te pasaran un testigo. Te cae en forma de bofetada y las marcas rojas de la mejilla pasan a un saco invisible en lo físico pero extremadamente pesado mentalmente. Quizás no por un motivo concreto, si no porque absolutamente nada huye de sus garras. Ni los esports.

2.

«Pero un día se te caen los hombros, la sonrisa, los ojos, las ganas, las manos, los sueños, el hambre… Empiezas a quererte mal y a odiar mejor que nunca. A sufrirte a solas y a ignorarte en compañía. Habitas en un bucle donde el sacrificio individual se traduce en pequeños éxitos colectivos, los cuales tratas de convencerte de que son suficiente. Pero no siempre lo son«. Para algunos es un programa, para otros una retransmisión. Da igual si se trata de eso, de una narración o de un artículo. De lo que sea. Detrás del resultado final inviertes horas que en su mayoría son de naturaleza desagradecida. Porque quizás los esports son la recontraputísima hostia, pero a lo mejor no tanto. No en comparación a poder estar con tu familia, amigos o en soledad sin una pequeña voz que te dice lo que deberías estar haciendo para mejorar.

3.

«Te desagrada verte como una marioneta que lejos de ser movida, se esfuerza por no seguir estática a merced de unos dedos sin vida. La velocidad de la luz transmuta a un parpadeo eterno y el mejor de los manjares te sabe a aliento seco. «. Los esports -el conejillo de indias de esta columna- pasan de acelerador a freno de mano. Desapareces mentalmente de las las sobremesas porque estás reservando energías para después y debes marcharte antes. Cuando llegas al destino, en este caso una pantalla en blanco, no sabes ni por dónde empezar. Te fuerzas a aplicar recursos vistos en otros lados -véase el aplicado de Marcel Beltrán en esta misma columna- para ver si funciona. También porque ser original implica la comparación y, por lo tanto, la degradación. Estás pero no estás. «Es lo que hay» que diría Ronald Koeman, pero también tu conciencia.

4.

Pero el «es lo que hay» cambia de cuando lo dice Koeman a Xavi Hernández. Quizás el problema en los esports y la vida en general es que a veces «lo que hay» es más que suficiente. Saber que llegas hasta cierto punto para valorar una posición en la que antes no imaginarías estar. Mandar en tu propia hambre. Usarlo para reconocer cuándo es realmente necesario ver en directo ese partido de G2 Esports, Cloud9, Natus Vincere o T1. Y lo más importante: sin que realmente te sepa mal. Aprender a decir ‘no’ cuando nunca te lo enseñaron y a amortizar el tiempo en lo que realmente vale la pena. Todo en función del contexto. «Buscas algo que sabes que tienes pero no sabes lo que es. Se te ha caído. Lo único positivo es que aún eres tú quien decide cuántos ‘cómo hubiera sido’ enterrarás contigo«.

«Al final de este paisaje habrán llegado al precipicio. (…) Asómense con precaución. Este final no ha terminado todavía».