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El valor de enseñarnos a perder

League of Legends es un videojuego que a veces peca de ser demasiado competitivo. La comunidad es capaz de sacar lo mejor de sí misma cuando lo necesita, pero en la mayoría de las ocasiones saca lo peor. ¿Cuántas veces nos han insultado en una partida clasificatoria? Demasiadas, hasta el punto de llegar a normalizarlo. Precisamente por ese motivo, en un mundo virtual lleno de faltas de respeto y comentarios inapropiados, la temporada de UCAM Esports Club gana valor. Más allá de casi conseguir una remontada memorable, el equipo de la Superliga Orange (SLO) nos ha enseñado algo que va más allá de la Grieta del Invocador: saber perder con la cabeza alta.

Un valor humano como el del Leganés

A finales de julio el Club Deportivo Leganés abandonó la Primera División del fútbol español abatido. A pesar de sufrir bajas importantes en ataque, luchó hasta el final. Un 2-2 contra el Real Madrid, campeón de la competición, le mandó automáticamente a segunda división. El punto más trágico fue que el humilde conjunto estuvo a punto de marcar el tercer gol que aseguraba su salvación. Aunque comparar deportivamente a UCAM el Leganés sería meter el dedo en la llaga de los aficionados pepineros, ambas entidades pueden hablar con orgullo que comparten el preciado bien que es la humanidad.

Javier Aguirre, el entrenador que casi obró el milagro en Leganés, reconocía en una entrevista para El País que no le gustaba que su tarea estuviera tan desmenuzada por los datos. El mexicano, conocido por su carisma, abogaba por el contacto. «Me gusta olfatear el terreno, los jugadores… Yo digo: “¿Qué está pasando con Pedro, que tiene tan mala semana?» Y ves los números y ves que no puede jugar porque corrió menos que cualquiera en los entrenamientos, su GPS indica que no hizo grandes esfuerzos… Y hablas con Pedro y te dice: “Mi hija estuvo enferma toda la semana y no pude dormir, míster”. ¡Eso es al final con lo que tratas! Con los seres humanos» declaró Aguirre. En el club de la SLO esa intuición empezó por la figura del entrenador, un caso de introspección en uno mismo.

UCAM Esports Club empezó la temporada con tres derrotas seguidas, algo que por el cómo parecía preocupante para un equipo que acabó cuarto en la fase regular de la temporada de primavera. Tras la primera victoria contra S2V Esports, Cristian Duarte «Future» anunció que daba un paso atrás como entrenador del conjunto. Lejos de huir de la realidad, el asturiano abandonó su puesto dando la cara. Con pelos y señales mostró que su figura de ser humano no estaba en su mejor momento, algo de lo que estamos poco acostumbrados en los deportes electrónicos. Este gesto fue el agridulce avance del carácter que el club mostró a inicios de agosto.

La reestructuración de UCAM

Con David Sabater «Saba» como sustituto temporal, UCAM comenzó una pequeña reconstrucción sin dejar atrás su identidad. Con la llegada de Gonçalo Brandão «Crusher» como primer entrenador, la organización buscó recuperar a sus jugadores. Aunque la marcha de Future había sido tan importante por sensaciones como la de Martin Braithwaite al FC Barcelona, el técnico portugués hizo lo mismo que Aguirre en el Leganés. El nuevo staff consiguió que sus pupilos volvieran a jugar individualmente como sabían y se centró en potenciar las cualidades.

El club de la SLO jugó alrededor de su principal baza: la electricidad. Con un estilo centrado alrededor de lo que João Bigas «BACA» pudiera hacer con los recursos que sus compañeros le dedicaban, el club se reencontró consigo mismo. A partir de ese instante, los resultados tardaron pero empezaron a llegar. Una victoria contra G2 Arctic fue el inicio de una racha de tres jornadas consecutivas sin conocer la derrota. Esa dinámica, en una competición tan revolucionada como la Superliga, les puso con posibilidades reales de llegar a los playoffs.

No solo conformes con volver a traer aquello que les caracterizaba, consiguieron ser pioneros con selecciones innovadoras como la calle inferior compuesta por Sona y Lux. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes. Un mapa de diferencia les dejó fuera de la fase eliminatoria de la temporada de verano, algo que dolió igual que al Leganés el descenso por saber que se quedaron a las puertas de su objetivo.

Reconocer el sacrificio

Lejos de los reproches, la actitud combativa hasta la última jornada generó -y sigue haciéndolo- halagos por parte de los seguidores de la liga. «Aunque el resultado no es el esperado, la sensación y el sacrificio merecen la pena declaró Unai Bustinza, capitán del Leganés, entre lágrimas tras la confirmación del descenso de su equipo. A pesar de que ningún jugador de UCAM dijo literalmente las mismas palabras, la actitud de saber que se habían dejado la piel quedó patentada. Con un vistazo por las redes sociales tras el pinchazo podías darte cuenta de que todos los integrantes del equipo hicieron lo máximo que pudieron. Desde el CEO de la organización, Marco Mourão, hasta los propios jugadores. Todos dolidos pero con la cabeza alta porque nunca dejaron de trabajar para conseguir su objetivo.

La historia del Leganés, una que desde luego habla del honor de caer de pie, hizo que Jorge Giner escribiera en Panenka «Yo quiero perder como Aguirre«. En este caso, no es que nosotros no queramos perder como UCAM, es que ya hemos aprendido gracias a ellos. El club de la SLO nos ha demostrado que en hasta lo que para muchos es un «simple videojuego» podemos hacer las cosas con orgullo. Ahora sabemos de primera mano que el trabajo prevalece antes que el insulto o que bajar los brazos. También es cierto que ahora conocemos mejor la cruda realidad: no todos los esfuerzos obtienen resultados. Aun así, prefiero quedarme con la lección de este grupo de jugadores y su cuerpo técnico. Después de todo, nos han enseñado que detrás de cada apodo hay un ser humano, algo muy difícil de mostrar en un mundo tan innevitablemente virtualizado.

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