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A veces agachar la cabeza es un gran movimiento

Twitter

Imagen vía Twitter

Ayer era un sábado relativamente tranquilo hasta que pillaron a Joaquín Domínguez, más conocido por todos como Elxokas, con una cuenta secundaria de Twitter en plena retransmisión en directo. Unas capturas de pantalla delataban que se defendía a sí mismo desde el anonimato, algo que inevitablemente evitó la viralización. Todas aquellas personas que habían decidido quedarse en casa durante la última madrugada tenían el drama servido sin esperarlo. Cambiar Netflix por Twitch y tener Twitter abierto para leer las distintas reacciones como plan entretenido. Lo cierto es que, como cada uno de sus momentos más populares, la defensa que realizó no dejó indiferente a nadie.

Una vez comenzó a hablar durante el directo sobre el tweet y las cuentas secundarias en cuestión, Xokas no rehuyó. Lo admitió desde un inicio y explicó que era un «secreto a voces». Hasta aquí todo bien, ningún problema. No obstante, la gravedad del asunto -o al menos desde mi punto de vista- llegó con las declaraciones a posterior a modo de justificación. Afirmar que no lo hace desde la cuenta principal para no ser un bully y no enviar a todos sus seguidores a acosar a una misma persona para luego corroborar que contestar le va bien para desahogarse. La importancia no va tanto en el defenderse, si no en el cómo.

No me quiero imaginar la presión que aguanta Xokas o cualquier streamer de renombre en su día a día. Ya no sólo por la expectación que genere el contenido, si no por la gente que intenta descontextualizarte para hacer daño. Sólo faltaría que el creador de contenido no pudiera defenderse ante las críticas. Al fin y al cabo hacer «oídos sordos» gana muchísima dificultad cuando pasa del marco teórico a la práctica. Ahora, de defenderte a llamar a alguien «tranquilo gordito muerto de hambre» o «bueno por lo menos no es un perdedor subnormal perdido como lo eres tú» quizás sí hay un gran salto.

El estatus de la persona da igual, pero a medias. Por un lado importa porque la magnitud puede ser mayor pero por el otro no es relevante cuando el mal es el mismo. El hecho de pasar de una cuenta de miles de seguidores a una con pocos no cambia que, si por ejemplo insultamos a alguien por su condición sexual o su raza, eso deje de ser homofobia o racismo respectivamente. Tanto si es una cuenta pública, como secundaria o una candado. No es cuestión de dar lecciones ni a Elxokas ni a nadie popular en particular de cómo debe gestionar sus redes o su figura porque muchos ni nos encontramos en esa posición ni la tendremos (bastantes porque no la buscamos).

No obstante, eso no tiene que ser una excusa para dar por válido cualquier justificación de semejantes barbaridades porque «ha ido de cara». Mucho menos cuando se genera la sensación de desvirtuar la realidad para generar un contexto favorable. Desgraciadamente la primera precaución de querer ser un bully y enviar a los seguidores a contestar a alguien sirve de poco si después se afirma públicamente que comentarios como los mencionados no son bullying. Quizás la agresión física y sus consecuencias en las personas que lo sufren -hasta el punto de llegar al suicidio en algunos casos- sean las situaciones más radicales. No creo que los cientos de estudios sobre el cyberbulling hechos por profesionales sean fruto de la casualidad. O que los realizados sobre el verbal, psicológico/emocional, social o sexual también hayan salido de la nada. 

Ojalá el bullying fuera algo tan sencillo como un tweet de coña de Tyler The Creator. Y quien dice bullying dice muchísimos otros temas. La cuestión es que en todos estos aspectos existen muchos grises que en distintas ocasiones son invisibles para nosotros hasta que la cagamos. Por eso a veces agachar la cabeza es un gran movimiento: pedir perdón, evitar que vuelva a ocurrir y a seguir. Las huidas hacia adelante no tienen tanto peligro en lo sucedido antes, si no en lo que pasar posteriormente. Si ahora una parte de la audiencia joven de Elxokas asociará el bullying sólo a la agresión física, ¿qué hacemos? ¿Cómo este tipo de situaciones pueden afectar a la salud mental tanto de los creadores como de los seguidores envueltos? La volatilidad que rodea a Twitch y los deportes electrónicos asusta más cada día.

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