El peso del escudo de Fnatic

Los black & orange han sumado el peor resultado de su historia en la LEC tras caer hasta la novena posición, una zona de la clasificación desconocida para la organización

El dolor de la caída ha sido tan fuerte como las expectativas generadas durante la pretemporada. Fnatic ha firmado la temporada más atípica de su historia al finalizar la primera fase de la League of Legends EMEA Championship (LEC) en la novena posición. Los black & orange afrontaban el tramo inicial de 2023 con el ansia de poder conseguir de nuevo el tan ansiado título europeo. Sin embargo, la nueva LEC exigía rendimiento a corto plazo, algo que la organización británica no ha logrado para evitar la catástrofe.

Nunca antes Fnatic había estado en una zona tan baja dentro de Europa. El último gran fracaso de los británicos se remitía a 2016, cuando el equipo finalizó sexto en la fase regular del Spring Split. En la siguiente temporada llegó el peor resultado en playoffs. El equipo no dio la tecla, especialmente en la calle superior. Los black & orange tuvieron tres nombres en la calle superior -Noh Yeong-jin «Gamsu«, Jorge Casanovas «Werlyb» y Mateusz Szkudlarek «Kikis«-, pero ninguno encajó. Ahora todas esas catástrofes han quedado ahora atrás tras la Winter Season, que puede significar un punto y aparte en la historia del club.

El nuevo formato de la LEC supone un arma de doble filo para Fnatic, que encuentra tanto esperanzas de cara al futuro como motivos de preocupación en el presente. Ahora Europa tiene tres temporadas, por lo que el mejor momento para fallar es la primera. Con dos plazas para la EMEA de cara al próximo Mid-Season Invitational (MSI), el conjunto naranja todavía tiene la Spring Season aspirar a la redención internacional. Aunque la novena posición puede suponer una losa para llegar a Worlds por los puntos de clasificación, el margen de corrección es mayor en comparación a la primavera o el verano.

No obstante, a corto plazo el fracaso ha revelado una impotencia dentro de Fnatic: su capacidad para construir una fórmula. G2 Esports o Team Vitality -clubes con los que se suponía que competiría por la zona alta- sí lo han hecho. Los samuráis haciendo que la calle inferior sea un fortín para proteger a su debutante, mientras Vitality le ha dado las llaves del equipo a su jungla para ejercer de base del equipo junto a su medio. Los black & orange no han encontrado una tecla para poder pasar a la siguiente fase, algo que se ha agravado con la irregularidad de sus jugadores. El conjunto ha querido hacer de todo pero a la hora de la verdad no ha llegado a nada. Aunque los grupos revelen más el carácter de los clasificados, el dato hiriente para la entidad es que sólo necesitaba tres victorias para llegar allí.

La importancia de la rutina

A Fnatic tampoco le han ayudado la importancia sentimental de los cambios que durante la última temporada. Por mucho que el rendimiento de Zdravets Galabov «Hylissang» -que ahora encaja en MAD Lions- decayera en el pasado Spring Split, él y Elias Lipp «Upset» eran una base sobre la que el club se ha aguantado desde 2021. La organización británica cerró la etapa del búlgaro –una de las figuras más importantes de su historia– con la llegada de Rubén Barbosa «Rhuckz«. Un cambio de un veterano por un «rookie», un movimiento precisamente habitual en Europa.

Sin embargo, para reemplazar a Upset la organización recurrió al ‘mismo de siempre’: Martin Larsson «Rekkles«. Al sueco, como a toda la plantilla, se le puede criticar en lo que a gameplay se refiere. Pero a diferencia del resto, es el icono por excelencia de la sección de League of Legends de Fnatic. Ver a Rekkles con la camiseta de los black & orange traslada a los seguidores del club a épocas pasadas donde fueron felices. Al fin y al cabo, levantó más de un trofeo con esa equipación. Por lo tanto, la exigencia de reescribir la historia supone un plus añadido. Es una inmersión directa hacia una hipérbole. Las victorias memorables ganan mística y hacen de tirita en los traumas del pasado. En cambio, las derrotas infectan todavía más heridas que a priori se podían considerar cerradas.

A esa carga emocional se le suma el peso del tiempo, un factor que juega en contra de Fnatic. La organización británica no sabe lo que es ganar una LEC desde el Summer Split de 2018, cuando llegó a la final de Worlds. Los black & orange se quedaron a las puertas de robarle al G2 Esports de 2019 y 2020 -el mejor equipo de la historia de Europa- algún título, por lo que sus segundas posiciones no eran motivo de desagrado. No obstante, en una organización que se ha construido su legado a través de las victorias, su ambición es la más grande que puede existir. Y por su propia naturaleza, la más difícil de saciar.

Precisamente por eso, el punto de inflexión de la sequía empieza a partir de 2021. Desde entonces, con G2 lejos de su mejor nivel, Fnatic tuvo oportunidades claras para ganar la competición europea. En el Spring Split se quedó corto con una quinta posición y en verano se acogió a un milagro -cimentado por el mayor pico de nivel de Hylissang en su carrera- para evitar males mayores. Pero 2022 y 2023 han revelado que, desde hace demasiado tiempo para sus seguidores, el club no responde en los momentos clave.

«Este resultado no es aceptable para Fnatic, no es un reflejo del nivel que nuestros fans merecen ver en la LEC», ha afirmado la entidad en un comunicado oficial. Parafraseando a Paco Cabezas, periodista de El Mundo, Fnatic necesita más que nunca hacer lo mismo que el FC Barcelona cuando Xavi Hernández se puso a su cargo: construir desde la ruina para hacer de las victorias una rutina. Ganar en el día a día con solidez para aspirar al eslabón definitivo a la hora de la verdad. Porque así se lo exige su afición y el peso del escudo del club.


Fe de errores: originalmente el artículo fue publicado atribuyendo a Hylissang la nacionalidad húngara en lugar de búlgara. La pieza ha sido actualizada con la información correspondiente, os pedimos perdón por las molestias.