La decisión de Danny

Defendemos con razón que hay que priorizar la salud mental, pero nos olvidamos de la dificultad para tomar posturas que la beneficien

En esta ocasión la rumorología no mentía. Cualquier aficionado que viera el enfrentamiento de los playoffs de la League of Legends Championship Series (LCS) entre Evil Geniuses y Team Liquid podía apreciar que algo no iba como podría. El vigente campeón y el proyecto más caro de la historia del League of Legends norteamericano entre las cuerdas, luchando a vida o muerte por la última plaza de Worlds representando a su región. Después del intenso 3-2 a favor de los EG, Kyle Sakamaki «Danny» dijo basta.

Danny no engañó a ningun seguidor en aquella serie. Su rostro y su rendimiento en la Grieta del Invocador eran todo un reflejo de su agotamiento mental. Por este mismo motivo, el tirador ha decidido que no jugará con Evil Geniuses en las finales de la LCS. Adiós personal al partido ante 100 Thieves para llegar a la final o a la hipotética pelea por el título contra Cloud9. Teniendo en cuenta sus 18 años podríamos caer en la banalización de no esperar que los problemas de salud mental le tocaran a él, pero ya sabemos que esto no entiende ni de edad ni del tipo de personas que se trate.

Lo mejor de la situación fue que Evil Geniuses entendió a su jugador y anunció la situación con clase. Lo hizo Nicole LaPointe, CEO del club, a través de un comunicado oficial publicado en su propio Twitter. La organización y los seguidores entendieron que Danny necesitaba tiempo, así que ambas partes respondieron adecuadamente. Mejor apartarse para poder cuidarse que no jugar por jugar sintiéndote mal contigo mismo o por poder ser un peso para los demás. Priorizar la recuperación para, en el mejor de los casos, llegar a Worlds sano. Por suerte todo el proceso fue a priori ejemplar.

Sin embargo, la decisión de Danny -como las de todos los afectados cuando hacen algo así- va más allá. Actualmente la salud mental deja de ser un tabú y cada vez cuenta con mayor protagonismo en relación a su importancia, pero en esa campaña el momento en el que la víctima dice ‘basta’ pasa desapercibido.  «¿Pero y si perjudico al equipo?» o «¿Y si lo que haga tendrá consecuencias en mi puesto de trabajo?» son preguntas que el jugador de Evil Geniuses podría haberse hecho a la perfección. Cada caso es un mundo, pero cabe destacar tener la voluntad de dar el paso. Mucho más cuando los afectados son jóvenes o están en una situación de vulnerabilidad.

El tirador ha tenido la suerte de encontrarse en un contexto ideal para priorizarse, algo que en los deportes electrónicos no siempre se puede decir. Porque en otras organizaciones como TSM no tendría tan claro si podría haber hecho lo mismo. En el peor de los casos, no sería ni la primera ni la última vez que algún trabajador de la industria de los deportes electrónicos acaba despedido por querer priorizar su salud mental. Y quien dice esports, también se refiere al resto de sectores. Especialmente años atrás, cuando la salud mental no desprendía tanta sensibilidad. La decisión de Danny debe ser puesta en contexto y considerarse un ejemplo: anteponernos no es necesario, es una obligación para avanzar.