Y ahora qué, Khan

Adaptarse a toda una nueva vida tras dedicarse en cuerpo y alma a otra totalmente distinta hasta el momento, toda una hipérbole de cuando nuestro día a día cambia

Hace cosa de un mes y medio me quejaba de que me daba pereza adaptarme de nuevo a la rutina universitaria. De cuatro días lectivos en dos me levanto a las 7:00 y para despertarme bajo un par de paradas de metro antes de la indicada. No es algo que haga con mucha alevosía pero es una manera no tan violenta de decirme que es momento de hacer lo que toca. Para mi suerte sabía que, una vez me decidiera volver a casa, por las tardes tenía los Worlds en plena acción. Pero ya ha dejado de ser así. Ahora cuando acabo de tomar el cuarto café del día habiéndolo preparado recientemente me encuentro con que no ya no está ese torneo que, además de darme trabajo y hacerme disfrutar, también me organizaba.

Me carcome pensar que ya no tengo esa excusa de oro para eludir tanto la mente como las responsabilidades. La facilidad con la que los Worlds me distraían es la misma con la que actualmente la ansiedad me carcome al leer las tareas que tengo anotadas. Me lo apunto todo y no sé si es porque soy un viejoven o por el fruto de una intranquilidad que, más allá de no haber sido controlada años atrás, cada vez es más grande. Me encuentro en pleno lunes revisando el trabajo del fin de semana, cumpliendo una promesa que absolutamente nadie me había pedido y ahora leo el nombre de Kim Dong-ha «Khan» con escalofríos.

Khan puso punto y final a su carrera profesional como jugador de League of Legends perdiendo la final de Worlds por 3-2 contra EDward Gaming. El que podría haber sido un final precioso para un emocionante capítulo de la vida acabó con un desenlace agrio. De poder despedirse con la tan ansiada Copa del Invocador a hacerlo con una medalla de plata. La situación es más punzante si se tiene en cuenta que jugó la peor serie del torneo en el momento más desafortunado. Pero la verdadera dureza no está en la conclusión, sino en el epílogo. El coreano dijo adiós a todo un estilo de vida con el que llevaba al pie del cañón desde finales de 2013. Todo por tener que cumplir un servicio militar obligatorio que probablemente no quiera hacer.

Todo queda reducido a la pregunta «y ahora qué». Qué será del recuerdo de todos aquellos años dedicados en cuerpo y alma a una actividad en concreto. Qué vendrá por delante cuando el sol salga y se ponga de nuevo. Cómo será la adaptación a una vida completamente radical en las que la respuesta individual hacia esta no deja de ser una incerteza. La retirada de Khan es el espejo del punto y aparte que nunca incumple su amenaza de que algún día llegará. Normal que se felicitara a sí mismo en el pequeño vídeo de despedida que le preparó Riot Games. Ha afrontado con serenidad ese gran cambio tras aguantar ocho años dentro de la industria de los deportes electrónicos, algo que no tengo tan claro que esté al alcance de todos.

La fortuna con la que sí ha contado Khan es la de saber cuándo esa amada u odiada rutina llegaría a su fin. Muchas otras personas ven su vida sacudida de la noche a la mañana sin saber cómo y se ven obligadas a rehacerse para sobrevivir. Yo me quejo de tener que levantarme dos días a las 7:00 porque estamos a lunes. También porque me sirve para ocultar el dolor, la ira o la frustración que sí me producen otros problemas que realmente importan más. Pero al mismo tiempo me ayuda a valorar muchísimos conocidos que pueden con mil cosas y más. Supongo que eso de que cada persona es ella y sus circunstancias no está tan desencaminado.